La jugadora de Austria, que había depositado y perdido más de 1.500 euros, fue etiquetada como adicta al juego sin explicación alguna y perdió el acceso a su cuenta. Ella había comunicado su problema al Equipo de Quejas, afirmando que no podía acceder a su cuenta y no había recibido ninguna respuesta a sus correos electrónicos. El Equipo de Quejas había aclarado que los casinos tenían derecho a restringir o cerrar cuentas si sospechaban de juego irregular u otras actividades cuestionables. Como el casino no había retenido fondos, el Equipo de Quejas concluyó que no podían ayudar más y la queja fue rechazada.